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Para H. Cartier Bresson, en cada fotografía se imprime la decisión del ojo.

Como en una fotografía, en Haiku se imprime la decisión de la palabra para describir lo eterno. Sean bienvenidos a ésta parcela de mundo en la que vamos dejando, como huellas, nuestros.... instantes eternos.

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(Cuando cambia la mirada, cambia también el horizonte. Se ensancha, se amplía, tomamos conciencia de nuestra pequeñez. Es entonces cuando podemos vislumbrar a cabalidad que no estamos solos, que la presencia de otros nos enriquece y nos eleva.
Podrán leer en éste espacio a algunos amigos que comparten el gusto por la poesía japonesa, con quienes intercambio, crezco, aprendo y me proyecto.
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Según Vicente Haya, "nuestros haikus no deben tener otra pretensión que ser la palabra que acompaña a nuestra ignorancia. La palabra de un caminante que no sabe dónde está su meta... Ahí está la fertilidad salvaje del haiku. El haiku es una selva que nunca se termina de recorrer, en extensión, en profundidad… Cuando has acabado la selva de fuera, te queda la selva de dentro."

Invitados quedáis, pues..... al final de la página encontraréis una lista de reproducción que, si deseáis, os puede acompañar en el recorrido..... gracias por vuestra presencia.



martes, 13 de julio de 2010

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Calle sin salida.
Una mujer echando huesos
a los gatos.














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2 comentarios:

  1. TAl vez el hecho de que esa calle se cierre, obliga al peatón a mirar aquello que, en su día día, tal vez no percibe, porque pasa de largo en su urgencia. La mano generosa para con esas vidas... que esperan la comida, como esperamos, a veces, que alguien nos mire en su urgencia y se detenga. Esa es la magia de haiku.

    Un abrazo, K!

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  2. Muchas gracias, Adriana, por tu generosidad.

    Nada más escribir el haiku, me di cuenta que el hecho de ser la calle sin salida la convierte en un minimundo, en un espacio cerrado donde rigen leyes propias, en el sentido de más elevadas o más degeneradas de lo común.
    Pero todo eso le viene a uno después, cuando el haiku ya es algo objetivo; es decir, ha abandonado al autor y cobra vida propia.


    Un abrazo,


    K.

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