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Para H. Cartier Bresson, en cada fotografía se imprime la decisión del ojo.

Como en una fotografía, en Haiku se imprime la decisión de la palabra para describir lo eterno. Sean bienvenidos a ésta parcela de mundo en la que vamos dejando, como huellas, nuestros.... instantes eternos.

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(Cuando cambia la mirada, cambia también el horizonte. Se ensancha, se amplía, tomamos conciencia de nuestra pequeñez. Es entonces cuando podemos vislumbrar a cabalidad que no estamos solos, que la presencia de otros nos enriquece y nos eleva.
Podrán leer en éste espacio a algunos amigos que comparten el gusto por la poesía japonesa, con quienes intercambio, crezco, aprendo y me proyecto.
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Según Vicente Haya, "nuestros haikus no deben tener otra pretensión que ser la palabra que acompaña a nuestra ignorancia. La palabra de un caminante que no sabe dónde está su meta... Ahí está la fertilidad salvaje del haiku. El haiku es una selva que nunca se termina de recorrer, en extensión, en profundidad… Cuando has acabado la selva de fuera, te queda la selva de dentro."

Invitados quedáis, pues..... al final de la página encontraréis una lista de reproducción que, si deseáis, os puede acompañar en el recorrido..... gracias por vuestra presencia.



lunes, 16 de mayo de 2011




hallo su mirada-
un mamboretá
bajo la lluvia




Decir la Nada

Oniyanma
omowazu boku to
niramekko

おにやんま思わず僕とにらめっこ

Una libélula-diablo
sin que me diera cuenta
me estaba mirando fijamente

Los haikus hablan de cualquier nadería. Blyth, el gran estudioso del haiku, lo definía como “una mera nada inolvidablemente significativa”. Una nada que sucede ante nosotros y no conseguimos olvidar. Esta recurrencia del haiku a la nada nos incomodó desde el principio y acabó alterando nuestras más firmes certezas. El haiku es una nada que nos trastorna y que por ello tratamos de explicar.

Ninguna palabra dice lo que dice. Nosotros siempre tratamos de poner en el lenguaje más de lo que el lenguaje puede soportar y por eso se rompe. Especialmente, cuando necesitamos contar eso único que merece ser comunicado, ese encuentro nuestro con lo inefable del que José Manuel Martín Portales escribía:

Nada puede decirse…
Pero hay que decir la Nada

“Decir la Nada”, efectivamente, eso es el haiku. Ésa es la excepción a nuestro habitual parloteo de palabras. El haiku, eso que significa que de verdad estamos vivos… Estar vivo, estar despierto, atender al mundo, como él está pendiente de nosotros. Como esa libélula-diablo de la que hablaba en su haiku un niño de seis años:

おにやんま思わず僕とにらめっこ

TAKEMATSU HIRONOBU
Oniyanma
omowazu boku to
niramekko


Una libélula-diablo
sin que me diera cuenta
me estaba mirando fijamente

El mundo nos observa; nos observa fijamente. Está atento a nuestros más mínimos gestos. Bajo la atenta mirada de una libélula-diablo, comenzamos esta Vía tan particular del haiku, este haiku-dô, que vamos a concretar en cien haikus, en cien formas de belleza donde morar.


http://blogs.periodistadigital.com/elalmadelhaiku.php/2011/04/25/decir-la-nada?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+ElAlmaDelHaiku+%28RD+-+El+alma+del+haiku%29



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2 comentarios:

  1. Gracias, Mirta, por presentar esta entrada por de más interesante.
    Esta íntima relación que existe en la profunda significación del haiku. Y tu poema que se aproxima a lo percibido por ese niño, no hace más que confirmar el instante fugaz y evanescente de "decir la Nada..." y, sin embargo, perdurable.

    Un beso.

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  2. Decir la nada.... es posible? sí, tú lo sabes... entonces la nada se convierte en Algo que nos subyuga... y surge HAIKU. Con Alma.

    Un abrazo agradecido, Mirta.

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